Dos males públicos globales

Tanto el COVID19 como el cambio climático requieren acciones colectivas simultáneas y contundentes.

A continuación presentamos el editorial del Libro titulado: “La emergencia del cambio climático en América Latina y el Caribe: ¿seguimos esperando la catástrofe o pasamos a la acción? Esta publicación ha recibido también el apoyo financiero del programa EUROCLIMA+.

En marzo de 2020 estalló la crisis sanitaria COVID 19 que puso de manifiesto lo que significa, al igual que en el caso de la emergencia climática, la irrupción de un mal público global -una pandemia-, con repercusiones en todo el planeta y que requiere acciones colectivas simultáneas y contundentes.

Para enfrentarla, se alinearon dos frentes; el sanitario, para aplanar el crecimiento exponencial de la curva de frecuencia de casos en el tiempo para evitar que se superara la capacidad de respuesta de los sistemas de salud pública. El segundo, un frente socioeconómico para reducir los efectos de la fuerte recesión en curso que deteriora el ingreso de las personas y la trama productiva.

Como sucede con el calentamiento global, también en la pandemia la inacción tiene costos. Tras indecisiones en muchos países, primó la voluntad de actuar y el sentido de urgencia. Así, muchos gobiernos han comprometido esfuerzos fiscales y crediticios importantes para sostener el empleo, mantener el ingreso de los trabajadores informales y sostener la viabilidad económica de las micro, pequeñas y medianas empresas. Tanto en la crisis ambiental como en la pandemia, gobiernos y países se enfrentan a situaciones en las que solucionar el problema implica ingentes costos, al tiempo en que los recursos fiscales tienden a caer por la suspensión o disminución de actividades económicas importantes como el transporte aéreo o el turismo.

Los esfuerzos han sido heterogéneos dadas las muy diferentes condiciones económicas y de espacio fiscal prevalecientes en las realidades nacionales. Pocos países de América Latina y el Caribe contaban con bases sólidas para responder a la pandemia, ya que las políticas de salud pública habían quedado rezagadas. Más aún, el gasto promedio en salud apenas llegaba al 2,2% de PIB frente a la recomendación de la OMS de una cifra de 6%. A pesar de esas fallas estructurales, la respuesta es liderada por los gobiernos en una situación donde los mercados no pueden resolver la emergencia por sus fallas para generar la oferta adecuada de bienes públicos, en un contexto de excesiva mercantilización de los servicios e insumos de la salud. (Para un análisis en profundidad, véase CEPAL, Informe Especial COVID-19, No. 1, 3 de abril de 2020)

COVID

No sólo en términos de costos de la acción o la inacción se pueden comparar la pandemia del COVID-19 y la emergencia climática. En la primera, primó el sentido de urgencia y la decisión política. En la emergencia climática, aún no. En la pandemia, los recursos humanos y financieros destinados a la mitigación son significativos; en la emergencia climática distan de serlo. En la emergencia climática, el liderazgo gubernamental tiene mucho camino por recorrer aún, al tiempo que los mercados acumulan presiones sobre el sistema climático mundial. Se sigue actuando como si no existieran esas presiones, las que, quizá más lentamente, pero necesariamente se propagarán por los sistemas económicos y sociales como ha sucedido con la pandemia. Como sabemos, la próxima crisis climática costara mucho más si no hacemos lo necesario. Ambas crisis, la pandemia y la climática nos hacen reconocer el valor de los bienes y servicios públicos como seguro contra males mayores, al tiempo que son también un seguro contra la desigualdad en el acceso a esos servicios. La pandemia nos obliga así repensar el valor estratégico de los bienes públicos y la necesidad de que cuenten con una gobernanza eficaz. 

Cuando llegue el fin de la pandemia por inmunidad se espera que la recuperación económica y del empleo se produzca en un plazo no demasiado lejano y que su ritmo sea intenso. En el caso del cambio climático, la curva exponencial solo subirá, sin reversión previsible incluso a mediano y largo plazo. En la emergencia climática, no hay hasta ahora inmunidad al comportamiento depredador de parte de la especie humana alimentado por la explotación de los combustibles fósiles. A menos que se le dé un alto costo político y económico a ese comportamiento, no podremos frenar la curva ascendente de la emergencia climática.

 

FUENTE: este artículo es parte del prefacio del libro titulado “La emergencia del cambio climático en América Latina y el Caribe: ¿seguimos esperando la catástrofe o pasamos a la acción?, cuyos autores son Alicia Bácena, Joseluis Samaniego, Wilson Peres y José Eduardo Alatorre. Le invitamos a DESCARGAR AQUI esta publicación

 

NOTA: Esta publicación fue posible gracias a la información acumulada de los últimos 10 años que se ha producido en gran parte por los procesos impulsados por EUROCLIMA en sus primeras fases y por las acciones que sigue propiciando ahora EUROCLIMA+, el programa insignia de la Unión Europea sobre sostenibilidad ambiental y cambio climático con América Latina.

 

 

Euroclima es el programa insignia de la Unión Europea sobre sostenibilidad ambiental y cambio climático con América Latina. Su objetivo es reducir el impacto del cambio climático y sus efectos en América Latina promoviendo la mitagación y adaptación al cambio climático a la resiliencia y la inversión. 
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